Mabel Palacín
Aware than an image is rarely just an image, for about two years I have taken pictures of passengers on public transport in many cities: cities I live in or have temporarily lived in, or been passing through. These fleeting encounters with people of all kinds, who for me are characters, trace the human geography of movement in a way that stimulates our imagination. I have wondered many times whether I might come across any of these travelers again, but so far it has never happened. I have instead noticed that the gestures some people make are mirrored by others, and from station to station, I have observed the beauty of repetition and I have imagined patterns containing messages and snapshots composed of data.
Data, like snapshots, capture moments of existence and viewing it has become a way to communicate complexity. We generate data, which in turn generates us in a circular fashion. This circle extends to the quality of photography: seeing what otherwise could not have been seen, discovering hidden perspectives on the world.
The Passenger is a set of almost 4,000 photographs that generate shapes, drawings, and stories. The Passenger can be all the passengers or the one that each person picks out from the total number. An image is rarely just an image. We move interdependently, our contours becoming blurred as we find it increasingly difficult to recognize our own limits.
The Passenger appears for the first time in Suburbia, where the images generate circles of gestures and resonances in the form of an eye that looks at us while 77 passengers consult their mobiles, 15 read, 16 sleep, 22 look at us and just one passenger embraces a bundle of loaves of bread.
Barcelona, 22.3.2020
Mabel Palacín
El Pasajero – [Español]
Consciente de que una imagen raramente es ya sólo una imagen, durante aproximadamente dos años he tomado fotografías de pasajeros en el transporte público de numerosas ciudades. Ciudades en las que vivo, he vivido provisionalmente o estado de paso.
Los encuentros fugaces con personas de todo tipo, personajes para mí, trazan una geografía humana del movimiento que estimula la fantasia. Me he preguntado muchas veces si podría volver a cruzarme con alguno de los viajeros pero en este lapso de tiempo nunca ha sucedido. Sí me he topado en cambio con los gestos de unos transportados por otros y de estación en estación he observado la belleza de la repetición y he imaginado patrones en los que leer mensajes y buscar instantáneas hechas de data.
Los datos como las instantáneas capturan momentos de existencia y su visualización se ha convertido en una manera de comunicar la complejidad. Generamos datos que nos generan y ese círculo extiende una cualidad de la fotografía: ver lo que de otro modo no hubiera podido ser visto, descubrir perspectivas ocultas del mundo.
El pasajero es un set de casi 4.000 fotografías que generan formas, dibujos, historias. El pasajero es todos los pasajeros o aquel que cada uno decida encontrar entre todos. Una imagen es ya raramente una imagen, nos movemos en una interdependencia donde resulta difícil reconocer los propios límites y nuestro contorno se vuelve borroso.
El pasajero se presenta por primera vez en Suburbia donde las imágenes generan círculos que ordenan gestos y resonancias formando un ojo que nos mira mientras 77 pasajeros consultan el móvil, 15 leen, 16 duermen, 22 nos miran pero sólo uno abraza unas barras de pan.